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Editorial 871

 


Haz una obra buena cada día

 

Recuerdo que, en mi juventud, cuando era scout, dentro de las prácticas había una que consistía en hacer una buena obra al día. Se trataba de algo sencillo, como ayudar a cruzar la calle a alguien, llamar a un amigo por teléfono para felicitarle por su cumple años, etc. En aquel momento no entendí el alcance de esta práctica, pero hoy comprendo que el objetivo era mantener presente en la mente la actitud de servicio a los demás.

 

La prisa y la rutina hacen que nos aboquemos a tareas de urgencia y de supervivencia y que nos olvidemos de que existen los demás, de sus problemas, angustias y necesidades. Necesitamos tener los pies sobre la tierra y recordar todos los días que somos privilegiados, que existen muchas personas necesitadas y que tenemos la misión de aportar un granito de arena al buen funcionamiento de la sociedad.

 

Lo que somos, lo debemos a muchas personas que nos han dado algo de su inteligencia, de su tiempo y de su amor. El pan que comemos lo debemos a personas desconocidas que madrugaron para mantener abierta la panadería. De la misma forma podíamos nombrar miles de cosas producidas por personas desconocidas que nos ayudan a satisfacer nuestras necesidades. En retribución por todas estas cosas que recibimos tenemos el deber de colaborar de muchas formas al bien común.

 

El egoísmo y la indiferencia son los causantes de que el mundo esté como está.

 

Haz cada día una obra buena de forma consciente. Te sentirás mejor. Esta sensación te impulsará a hacer más de una obra buena al día. Con el tiempo tu mente quedará programada para ser mejor persona, más consciente de la realidad del mundo, más humana, más solidaria y más feliz. Y lo que comenzó por una simple buena acción, puede terminar por ser la causa de tu renovación humana y espiritual.

 

Una semilla no es casi nada, pero, si la riegas y la abonas, puede convertirse en un árbol que de frutos sabrosos.

 

Es lo mismo dar y recibir porque el universo fluye de esa manera y se ejercita aprendiendo a dar todo aquello que buscamos recibir. Quiere decir: si lo que busco es amor, tengo que dar amor; si lo que busco es prosperidad, tengo que ayudar a otros a que sean prósperos. Si lo que busco es amistad, tengo que dar amistad. Da todo lo que puedas mientras estás vivo, porque luego será tarde.

 

La función de todo lo que existe es dar y recibir en un proceso constante. El que se encierra en sí mismo se margina de la corriente de la vida y se empobrece.


La vida es dar y recibir. ¿Dar qué? No se trata de dar dinero o cosas. Se trata de dar respeto, amor, comprensión, apoyo... Al regalar estos dones a las demás personas no se empobrecen porque son bienes inagotables. Quienes no los dan tienen dos problemas. Carecen de estos bienes, lo cual revela pobreza interna o no han aprendido a darlos, con lo cual pierden la oportunidad de participar en la corriente de energía superior que mueve el mundo.

 

Elabora una lista de lo que vas a hacer por los demás, y permanece atento a lo que ocurre a tu alrededor y verás cómo la vida te ofrece infinidad de oportunidades para expresar tu bondad y hacer el bien, por lo cual, la Ley de compensación te devolverá muchas bendiciones.


"Haz bien y no mires a quien"

 

"Dormí y soñé que la vida era alegría.
Desperté y vi que la vida era servicio.
Serví y descubrí que en el servicio se encuentra la alegría" Rabindranath Tagore

 


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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